domingo, 10 de mayo de 2009

ASENTAMIENTOS DE ALBARRACIN


Hipótesis de evolución. Antonio Almagro Gorbea



Desde la más lejana prehistoria estuvo poblada Albarracín y sus tierras, como prueban
las pinturas rupestres del Rodeno.

Sobre castros celtas surgió la población romana, que al cristianizarse se llamó Santa
María de Oriente.

Con la invasión musulmana llegó aquí un grupo berberisco de la tribu de los Ibn-Racin,
que le dio su nombre de villa. La disgregación del califato de Córdoba del que dependía,
produjo su independencia como reino taifa musulmán, que tuvo tres reyes y duró 94
años, pero con la llegada de los almorávides a Al-Andalus, Albarracín pasó a depender
del Reino de Valencia.


Amparado inicialmente a la sombra del castillo, que se alza sobre un peñasco, el caserío
debió contar ya desde el siglo X con una muralla que lo encerraba y separaba del entorno.
Una posterior ampliación de la ciudad en el siglo XI quedó igualmente encerrada en un
nuevo recinto de murallas, posteriormente rehechas, que son las que hoy podemos ver.


Posteriormente, por cesión, pasa a manos de la familia cristiana de linaje navarro de los
Azagra, que harán de esta ciudad un Señorío Independiente de Castilla y Aragón desde
1170, creando un obispado propio y haciendo prosperar su economía basada en la
ganadería, el comercio y la industria de la lana, para lo que contaban con batanes, telares
y molinos.

Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, es Pedro III de Aragón quien
la conquista en 1285, pasando definitivamente a la Corona de Aragón en 1300. Esta
serie de hechos políticos tuvieron como base la importancia de la fortaleza y del sistema
defensivo de Albarracín. Ello se aprecia más cuando se ve el interés que tuvieron los
reyes aragoneses, especialmente Jaime II y Pedro IV, en la conservación y restauración
del conjunto defensivo. Dentro de su recinto amurallado, la escasez de terreno utilizable
obligó a disponer calles estrechas, casi sin plazas ni espacios libres y encerradas por la
edificación en altura que no permitía ni siquiera un contacto visual con el exterior.


A partir del siglo XVI, cuando ya las murallas han perdido su interés, surge un barrio
extramuros del Portal de Molina y parte de la población de la ciudad dedicada a la
agricultura se traslada al llano (el Arrabal). Al perder su independencia fue perdiendo
su destacado papel político aunque mantuvo una pujante economía durante varios
siglos, constatada por la existencia de un importante barrio industrial con talleres de
paños e hilados situado entre el castillo y la iglesia de Santa María.




Este barrio fue destruido durante la Guerra de la Independencia, hecho que marcó
el comienzo del declive económico de la ciudad. Los barrios que han desaparecido
y las casas destruidas durante la Guerra Civil han provocado una profunda
transformación en la ciudad permitiendo transformar solares en parques, jardines
y plazas más amplias, modificando el primitivo carácter cerrado de los espacios
urbanos, que no obstante, aún se puede observar en los barrios de la calle Azagra
y del Portal de Molina, en donde se ha mantenido casi en su totalidad la edificación.

Actualmente el turismo y la industria maderera son las principales actividades
económicas de la ciudad.

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